Comentario del nuevo fenómeno de Netflix: "1899"
- Por Esteban Beaumont
A mediados del 2004 había una serie que dominaba con esplendor el panorama de las producciones de televisión. No era ni de cerca la mejor serie de la historia, de hecho, hoy por hoy difícilmente se meta en la carrera por entrar a los primeros puestos de los tan repetidos y queridos tops. Pero sí fue el gran primer fenómeno de internet, un internet rupestre por lo demás. Lost se instalaba como una producción masiva, que todos querían ver y todos hablaban.
Una ventaja para lograr esto era su estructura. Llena de misterios, la serie se aventuraban en un complejo tejido de historias, misterios, rarezas y giros de tuerca. Semana a semana tocaba construir teorías y explicaciones a las preguntas que llenaban los foros de internet. Ahí gastamos horas en los cyber para recopilar información.
La serie terminó con una activación de las papilas gustativas más agrias que dulces, pero ya habíamos consumido toda la serie. Mientras, de la cocina, salen platos y platos de series de misterio que trataban de copiar la fórmula de Lost. Estábamos satisfechos.
Años después aparecía Dark. La serie alemana de Netflix fue un éxito rotundo con la misma fórmula de Lost. El misterio se sitúa en un pequeño pueblo, con viajes en el tiempo. Ahora las teorías se alimentan en hilos de Twitter y memes de Instagram. La serie creada por Baran Bo Odar y Jantje Firese fue un rotundo éxito y este año se estrenó su segunda producción para el servicio de streaming, 1899.
La serie trata de un grupo de inmigrantes que viajan de Londres a Nueva York en un barco a vapor. Sus planes se ven truncados cuando queda atrapados en una misteriosa situación, un barco a la deriva en mar abierto, el cuál llevaba desaparecido mucho tiempo.
Al igual que Lost, la serie presenta un grupo diverso de protagonistas, de los cuales sabemos poco y nada. Pequeñas migajas de información van siendo entregadas capítulo a capítulo, pequeñas para evitar que los átomos, pero no tan pequeñas para que nos dé apetito de más. Punto a favor de que este grupo es multiétnico, ver la serie en su idioma original permite una mezcla de idiomas que van del español al inglés, pasando por el alemán, francés y japonés. Un deleite auditivo.
1899 es una heredera no oficial de Lost, por su estructura de misterio sobrenatural, tiene toques de ciencia ficción, con dosis de terror. Un horror que es cruel, pero un cruel sumamente bien ejecutado, de esos que hacen querer dejar de mirar, pero no, es imposible hacerlo.
Inmersiva, la serie recupera lo positivo que tenía Dark, el misterio, el no saber que pasa y en realidad no saber. No es la historia de detectives en que sabemos que el mayordomo lo hizo. Realmente hay dudas en 1899, lo intentamos, pero se nos pone cuesta arriba.
Ahora, solo el mayor de los ingenuos pensaría que esto termina en ocho capítulos. Una megaproducción de Netflix no podría ser una miniserie y probablemente ahí radique el mayor problema de la serie. Los misterios parecieran por momentos no estar resueltos ni por los mismos creadores. Una volada de cabeza que se siente pretenciosa, como si los ingredientes no calzaran por ninguna parte. Solo el tiempo responderá esta situación. Me aferro a la esperanza de creer que lo hará en dos temporadas y no en siete.
1899 se convierte en una de las gratas producciones del año. Es una historia coral con una infinidad de personajes sumamente maravillosos, en ellos descansa lo mejor de la producción. Pequeños momentos de un políglota grupo que se va revelando capítulo a capítulo, pero sin profundizar en ellos, otra fortaleza, queremos misterio. Una probadita de cada plato de un gran buffet. Buon appetito.
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