La herida del Jardín Botánico: Crónica del Mega Incendio que se llevó la vida de cuatro personas dentro del parque

De lo que era una casa, hoy quedan solo atisbos del sector de la cocina y el baño. El resto es una explanada de cemento donde la familia ha llevado palets, troncos y ladrillos para reunirse cada cierto tiempo a conversar y compartir algo de comida. Como recordatorio de su partida, un cartel con los rostros de las cuatro personas que fallecieron cuelga de una de las pocas paredes que se mantiene en pie.

Poco queda de las flores que rodeaban la casa: rosas, lilium y calas. Tampoco las acelgas, membrillos y ciruelos. Todo eso que había sembrado Patricia Araya, funcionaria del Jardín Botánico que vivía al interior del parque junto con sus hijos Andrés y Marycruz, sus nietos Vicente y Trinidad, y su madre Rosa.

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De ese núcleo de seis, solo sobrevivieron Andrés y Marycruz. Esta última perdió ese día 2 de febrero a su madre, su abuela y a sus dos hijos pequeños. A un año de la tragedia, decidió conversar con Mega Investiga para contar su historia que podrá ver esta noche en "Exclusiva" en un reportaje que se emitirá en el noticiero Prime de Meganoticias. 

"Hija, se está quemando la parte de atrás de la casa"

Como cualquier día de semana, Marycruz salió a trabajar en la mañana de ese 2 de febrero de 2024. Al cuidado de sus hijos, Vicente, de 9 años y Trinidad, de un año y medio, quedó su madre, Patricia.

Pasado el mediodía, se empezaron a tener noticias de un incendio que avanzaba desde un sector cercano a la Reserva del Lago Peñuelas. Por eso, su madre la fue actualizando durante la tarde respecto de cómo estaban los niños y si es que veían algo de fuego cerca del parque.

Al principio estaba todo bajo control, entre las 16 y 17 horas, Patricia le envió a Marycruz una foto de Trinidad jugando.

Para las 18 horas, le envió un nuevo mensaje. Le contó que Vicente estaba nervioso porque había mucho humo y se había oscurecido, a lo que ella respondió que lo distrajera pidiéndole regar las plantas, lo que serviría también de cortafuegos.

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Media hora después, Patricia llama a su hija. Le dice que el fuego había alcanzado la parte de atrás de la casa, a lo que Marycruz decide ir al lugar de inmediato. Logra pedir un Uber, pero solo llega hasta Villa Independencia.

Ahí empieza a caminar, pero el humo apenas la dejaba ver entre el caos, mientras se escuchaban explosiones de gas de casas cercanas. Caminó y caminó hasta que se encontró con una prima. En eso, llamó a su hermano Andrés para decirle que el fuego había llegado a la casa y que no sabía del paradero de sus hijos.

En su búsqueda por respuestas, las personas le decían que habían visto a una señora con una abuelita y dos niños ir en cierta dirección, otros que los vieron tomando una micro, pero nadie le daba una certeza.

Alrededor de las 4 de la mañana partió recorriendo los albergues de Viña, mientras su hermano Andrés buscaba en otros del centro de la ciudad. Luego, se reunieron todos donde una familiar para salir a las 8 de la mañana a Quilpué. Había supuestas noticias de que Patricia había llegado a Carabineros.

Mientras recorrían los albergues les llegó una llamada para reunirse en la entrada del Jardín Botánico. En el camino desde Quilpué, con la luz del sol, empezó a vislumbrarse el resultado de la tragedia. “Era como que hubieran tirado una bomba”, dice Marycruz.

Cuando llegaron a la entrada del Jardín les dieron la noticia, habían encontrado a la familia. “Ya, ¿Dónde están?”, preguntó Marycruz. “No salieron de la casa, fallecieron ahí”, le contestaron.

“Fue como que se te vino el mundo encima, y decía: los niños, los niños”, comenta mientras recorre el lugar que fue su hogar. “Si ella tomó la decisión de quedarse todos juntos, es para que los encontráramos a todos juntos”, afirma.

La pérdida del 90% del Jardín

Alejandro Peirano, director del Jardín Botánico, dice que el “sentimiento de dolor” aún se mantiene entre los funcionarios. Tanto por la partida de Patricia y su familia, como también de Osvaldo, otro trabajador que murió fuera del parque defendiendo su casa de las llamas.

Esa afectación todavía está, nosotros notamos una falta de ánimo, una falta de aire positivo en esto. De mirar lo que viene en el futuro”, comenta Peirano.

Comenta que existe un compromiso para transformar el lugar donde estaba la casa de Patricia en un memorial y darle un nuevo cariz a esta historia.

Y es que el 2 de febrero será un día que quedará marcado para siempre en la historia del Jardín Botánico. Un día donde las pavesas de fuego volaron hasta este pulmón verde, y quemaron un 90% de su superficie, de lo cual se ha podido recuperar parte importante a la fecha.

El 2F Peirano estaba en el parque cuando le empezaron a alertar sobre el fuerte viento, lo cual podía hacer que el fuego llegara al lugar. Fue a las 16 horas, comenta, cuando vino una fuerte ráfaga que lo llevó a tomar la decisión de evacuar a los visitantes del Jardín.

Dice con alivio que para las 17.30 horas lograron evacuar a más de 700 personas. “Si no hubiéramos hecho esto, quién sabe en qué habría terminado”, dice.

“Fueron felices”

Si bien ya eran unidos antes de la tragedia, Marycruz comenta que su familia se ha fortalecido alrededor de este hecho, y que es en ellos en quien encuentra la fuerza para sobrellevar los momentos difíciles.

A uno la pueden ver riéndose, pero el dolor uno lo lleva adentro. No lo va a estar demostrando a la demás gente, porque están todos sufriendo prácticamente”, comparte.

Dice que también se refugia en los momentos que pasaron en esa casa, tantos tristes como alegres. Y recuerda los días que pasó con sus hijos, Trinidad y Vicente, mientras crecían en medio del verde panorama del Jardín Botánico.

"Los niños eran muy unidos, muy felices aquí. Corrían por todo el parque, todos los conocían. Ellos jugaban, andaban en bicicleta hasta tarde. Si querían ir a los patos iban, todo tranquilo, sano, una infancia sana. Fueron felices".

“¿Eso te deja más tranquila?”, pregunto.

"Me deja tranquila, que los pude sacar adelante y que di todo por ellos", responde Marycruz Avilés Araya.

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