Columna de Mauricio Morales: "Orellanizados"

Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago. 

La polémica de la semana fue la respuesta de la ministra Orellana al Cardenal Chomali por el proyecto de aborto sin causales. Más allá de discutir sobre quién tiene la razón, lo cierto es que la ministra decidió hablarle de manera clara y directa al 30% que lealmente ha respaldado al Presidente Boric, y que según CADEM no ha variado significativamente desde el fin del período de "luna de miel".

Como el gobierno no tiene nada más que perder, entonces es momento de preparar los desafíos electorales que se avecinan para el próximo año. En ese afán, se hace necesaria una especie de reconstrucción del alma que forjó al Frente Amplio en las sucesivas jornadas de protesta que culminaron con el movimiento feminista y el estallido social de 2019. Las ideas de la izquierda han enmudecido ante la evidencia, y la revolución no pasó de ser una excepción más que un proceso continuo de lucha y cambio.

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Sin embargo, las banderas que se levantaron para exigir una nueva Constitución volverán a flamear. No sabemos si con la misma intensidad que soñaron sus líderes, pero es más o menos claro que esos propósitos no han desaparecido y que en un gobierno de derecha regresarán aún con más fuerza.

Los dichos de la ministra Orellana avanzan, precisamente, en esa dirección. Ya es momento de diseñar el tipo de oposición que hará el Frente Amplio ante el próximo gobierno de derecha o, si Chile vuelve a sorprender con un triunfo de la centroizquierda, insistir con un proceso de cambio radical de la mano de un nuevo proceso constitucional. Quién sabe. Pero las palabras de Orellana no son las únicas que han marcado polémica.

El Presidente Boric, en medio de la discusión sobre la reforma al sistema de pensiones, salió a enfrentar a las AFP, señalando que si estaban descontentas con la propuesta del gobierno, era una buena señal para el país. ¿Cómo entender este tipo de declaraciones? En general, se patea el tablero cuando los votos en el Congreso están en el bolsillo y es posible darse un gusto pisoteando al rival, o cuando esos votos no existen y solo queda la resignación expresada en rabia. Si es esto último, la situación es muy clara: Boric se prepara para liderar la futura oposición, cuyo eje será el fin de las AFP y la instalación de un nuevo sistema de pensiones.

También hubo una tercera expresión identitaria del Frente Amplio: la paridad de salida en el contexto del debate sobre la reforma al sistema político. Todos sabemos que esta reforma no verá la luz el próximo año. Difícilmente los diputados de partidos pequeños legislen en favor de su muerte. Me refiero a la norma del 5% de los votos para acceder a escaños en la Cámara.

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Mientras los senadores discuten sobre el mencionado umbral, las sanciones para aquellos legisladores que renuncian a sus partidos-incluyendo la cesación del cargo-, y la posible eliminación de los pactos electorales, los representantes del Frente Amplio quieren incluir la denominada paridad de salida, algo que jamás aceptarán no solo los partidos de derecha, sino que varios de centroizquierda. Nuevamente, este tipo de indicaciones se hace solo para mantener y reforzar un punto programático que, dicho sea de paso, estuvo en la rechazada propuesta constitucional de 2022.

La "Orellanización" del debate político, entonces, tiene una explicación muy clara. El gobierno comienza a cerrar las persianas y a preparar la entrega de la banda presidencial a un representante de la oposición. Pero esto no implica, para ellos, la derrota programática. Una vez en la oposición volverán a las calles, dirigirán algunas jornadas de movilización callejera, llevarán al patíbulo a los futuros ministros de estado, e insistirán en las propuestas sobre aborto sin causales, fin de las AFP, reestructuración del sistema de salud, reforma tributaria y, por qué no, una nueva Constitución.

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