Columna de Mauricio Morales: "Pensiones, el gol del honor"

Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago. 

A estas alturas, el gobierno ya tiene claro que lo perdió todo. No pudo sacar adelante la nueva Constitución, tuvo que agachar la cabeza frente a los estados de excepción, se tragó todas sus palabras y epítetos contra Carabineros, vio caer el discurso de la transparencia y buenas prácticas a raíz del caso Convenios, y el espíritu feminista más cuestionado no puede estar.

Adicionalmente, el país sigue sumido en una crisis económica, y para qué hablar de la delincuencia y la migración. La derrota es total e inapelable. La derecha, con toda su toxicidad, torpeza, división y malas decisiones estratégicas, sigue siendo favorita para ganar las próximas elecciones.

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Al gobierno, entonces, le queda solo una bala: la reforma al sistema de pensiones. Ha bajado a tal nivel sus expectativas que, a estas alturas, está dispuesto a apoyar el cambio que sea. La discusión sobre el destino final del 6% de cotización con cargo al empleador ya no es si 4 o 3 puntos van a solidaridad y el resto a capitalización individual. Más bien, se habla de un 0.5% o de hasta un 0.3%. ¿Qué más lejano puede estar aquello de su programa original? Para el gobierno, sin embargo, esto ya no es tema. Quiere cerrar el mandato mostrando un logro importante, el que se sumaría al copago 0 en Fonasa, el incremento del sueldo mínimo, las 40 horas, y la ley TEA.

Por eso mismo, ha salido a presionar a la derecha de distintas formas, incluyendo un fallido volanteo encabezado por las figuras más rechazadas del Frente Amplio. Esto se pudo organizar mejor, invitando a los alcaldes exitosos del sector a participar de la iniciativa, con el fin de hacer un contrapeso a la propaganda de las AFP que se emite a diario en radio y televisión.

La derecha, en tanto, no tiene muchas opciones de salir bien de esto. Si el ajuste al sistema de pensiones se aprueba, vendrá una verdadera guerra civil entre Chile Vamos y Republicanos. Si se rechaza, Chile Vamos quedará como una mala copia de Republicanos, ganándose la ira de aquellos electores que esperaban con ansias un incremento en el monto de sus pensiones. Dentro de lo que cabe, entonces, el gobierno jugó bien sus cartas.

Primero, elevó las expectativas sobre el avance del proyecto, llevando al ministro Marcel a asegurar que se estaba muy cerca de lograr un acuerdo. Segundo, comprometió el apoyo de parte de la oposición, tanto así que el presidente de RN se mostró particularmente optimista respecto al resultado de la votación del proyecto en el Senado. Tercero, transmitió la idea de que aprobado el proyecto, las pensiones subirán de inmediato, generando cierta presión social a la oposición para acelerar el tranco. Cuarto, anuló los posibles conflictos internos de su coalición. Al menos hasta ahora, no se han observado fisuras. Esto es llamativo porque el proyecto está en las antípodas de los legisladores más intensos que lucharon por un sistema de reparto, pero que también entienden que este es recién el primer paso para modificar estructuralmente el sistema que diseñó José Piñera en plena dictadura.

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Por tanto, podemos llegar a un acuerdo de pensiones muy ingrato para el gobierno en cuanto a sus aspiraciones iniciales, pero muy rentable en términos políticos y electorales, dada el alza de las pensiones actuales en muy poco tiempo. Si la ciudadanía siente que este cambio se reflejará de manera inmediata en sus pensiones, el gobierno claramente saldrá beneficiado. Por una parte, podrá exhibir un logro que no consiguió Bachelet ni Piñera en sus segundos mandados.

Por otro, dejará aún más claras las diferencias irreconciliables entre las dos derechas que hoy aspiran a gobernar Chile. En una de esas, el gol del honor que significa la aprobación de esta reforma se podría transformar en el puntapié inicial para que el gobierno, a golpes y porrazos, compita de manera digna en los desafíos electorales de 2025.

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