Columna de Mauricio Morales: "Yáñez no se va"

Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.

La tragedia de los tres Carabineros asesinados a mansalva por un grupo terrorista puso en entredicho la denominada “doctrina Tohá”. Es decir, que si un funcionario público es formalizado, entonces debe dejar el cargo.

El general Yáñez entraba en esta categoría, pues la formalización, hasta ahora, será el martes 7 de mayo. Sin embargo, todo cambió. El gobierno no está en una posición firme como para sacar a Yáñez de la dirección nacional de la institución, y mucho menos para pedirle la renuncia en medio de esta tremenda crisis. Yáñez genera respeto y admiración en las filas de Carabineros, y despojarlo del cargo solo producirá malestar y desencanto en sus funcionarios, junto con una mayor polarización con la oposición.

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En este contexto, el gobierno no tiene otro camino más que confirmar a Yáñez en el cargo e intentar avanzar en la agenda legislativa relativa a seguridad pública. En eso, la ministra Tohá ha sido suficientemente clara. Es una postura correcta considerando, además, que la aprobación a Carabineros es del 85%, mientras que el gobierno permanece estacionado en un 30%.

La reciente encuesta Cadem muestra un resultado muy claro. Un 45% cree que el general Yáñez debe continuar en su cargo hasta el fin de su período, mientras que un 17% estima que su continuidad en el cargo solo resulta razonable hasta que se identifique a los responsables del asesinato de los tres carabineros. Un 29%, en tanto, prefiere que Yáñez renuncie antes de la formalización.

Tales percepciones conviven con un anhelo de mano dura contra el delito por parte del Estado. Por ejemplo, un 88% cree necesario que las Fuerzas Armadas colaboren en tareas de seguridad pública, un 87% apoya la idea de que Carabineros enfrente el crimen organizado con fuero y protección especial, y un 77% es favorable a la declaración de estado de sitio en Araucanía y Biobío. Finalmente, un no despreciable 48% respalda el indulto a aquellos carabineros juzgados a raíz del estallido social.

 

 

Como señalé, Carabineros goza de un respaldo popular histórico. Es la única institución que ha sido capaz de remontar crisis de confianza derivadas, por ejemplo, de las marchas estudiantiles de 2011, del denominado “Pacogate”, y del estallido social. A diferencia de la Iglesia Católica y los partidos políticos -por poner solo un par de ejemplos- Carabineros no ha sucumbido a las numerosas crisis que ha debido enfrentar. A esto se suma una impactante solidaridad ciudadana. Ciertamente, Carabineros está lejos de ser una institución perfecta, pero nadie podría discutir el respeto y admiración que genera en las personas, incluso resistiendo campañas de desprestigio encabezadas por los entonces jóvenes dirigentes que hoy forman parte de la elite política.

También llama muchísimo la atención el comportamiento de parte de la prensa y de la clase dirigente que hoy convoca a la unidad. Es una buena noticia, pues implica un cambio de proporciones. Hace apenas cinco años esa prensa y esa clase dirigente confundía las marchas y protestas “pacíficas” con saqueos, incendios y destrucción de la propiedad pública y privada. Identificaban a Carabineros como el enemigo de los ciudadanos en las calles, desconociendo que el Estado de Derecho supone imponer el orden público.

En ese minuto, se rompió la convivencia cívica, y se puso en riesgo la democracia entendida como un régimen en que los problemas se resuelven mediante el diálogo y los consensos. Luego, esa misma prensa y clase política empujó un proceso constituyente cuyos costos pagaremos por años, pues nos dividió como sociedad y nos llevó a tratarnos derechamente como enemigos.

Pero quiero insistir en que ese cambio es positivo. Evidentemente, el llamado a la unidad debe ser acogido por todos. No obstante, siempre hay que recordar que quienes nos rompieron las piernas, hoy nos quieren vender las muletas.

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