Columna de Mauricio Morales: "Presidente, ¡no les haga caso!"

Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.

La coalición de gobierno está revuelta. El diputado Gonzalo Winter, de Convergencia Social, criticó la persistente búsqueda de acuerdos del gobierno con la oposición, y su escasa fuerza para defender los principios ideológicos que lo inspiran. Si bien salió a aclarar estos dichos, el mensaje fue uno solo: el proyecto programático del Frente Amplio está totalmente desdibujado.

Por otro lado, el diputado Luis Cuello, del PC, sumó otro antecedente: la baja intensidad de la movilización social que ha acompañado la gestión del Presidente Boric.

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Si bien ambas declaraciones tienen como objetivo explicar las dificultades de la coalición de gobierno para cumplir con sus promesas de campaña, ninguna es correcta. Lo peor es que el Presidente parece estar convencido de la primera. Es decir, que el gobierno debe dar una batalla cultural, ideológica y simbólica. Tanto así, que en medio de la investigación por el asesinato del teniente Ojeda, denunció a través de su cuenta X que existe un “anticomunismo visceral”, lo que nos retrotrae más al contexto en que se redactó la denominada “ley maldita” de 1948 -que proscribió al PC- que a los desafíos urgentes que se le vienen al gobierno en materia fiscal y previsional.

Todo, en medio de una excelente noticia que nada tiene que ver con lo anterior, y que corresponde al sorpresivo 2.5% que registró el Imacec. Mientras el ministro Marcel celebraba esta cifra, los abrazos duraron menos de 24 horas. El Presidente se puso a gastar balas en pájaros que no se comen.

¿Le corresponde a un Presidente salir en defensa de un partido histórico, con trayectoria y con suficientes liderazgos públicos en medio de una crisis estructural? Definitivamente, no. ¿Es sano para Boric insistir en dividir ideológicamente a los chilenos entre comunistas y anticomunistas? Tampoco. Entonces, nadie entiende por qué el Presidente se involucró en una discusión total y absolutamente absurda. Si el objetivo es reavivar una fractura política, el peor camino es hacerlo mediante redes sociales. Es mucho mejor exponer esas diferencias en la discusión legislativa que se está dando o que se va a dar en asuntos de seguridad, impuestos o previsión social. Ahí se dan las verdaderas batallas.

 

 

 

Lo otro son escaramuzas que van agudizando un conflicto que solo perjudica al gobierno. Además, la disputa ideológica para Apruebo Dignidad está totalmente perdida. La Convención Constitucional se hizo cargo de aquello, haciendo todo lo posible para que el oficialismo sufriera una derrota histórica. Por tanto, insistir sobre este punto hace que el Presidente se aproxime a un pensamiento negacionista. Ya perdieron y no hay vuelta que darle. La guerra ideológica es una cuestión del pasado. Como si todo esto fuese poco, la última Cadem registra un magro 29% de aprobación presidencial, constatando que el mandatario no puede salir de su nicho de apoyo.

¿Qué hacer, entonces? Muy simple. Primero, aprovechar el empuje de la economía y transmitir esperanza sobre una pronta reactivación. Segundo, acelerar la discusión legislativa y hacer todos los esfuerzos para conseguir acuerdos, aunque esto no sea del gusto del diputado Winter. Tercero, mostrar resultados en materia de seguridad ciudadana, toda vez que se aproximan elecciones locales y que este asunto se torna crítico para los votantes. Cuarto, apurar la definición de un pacto electoral para enfrentar los comicios de octubre, en que necesariamente la DC y el PC deberán compartir la misma coalición.

El Presidente lo hace muy bien como jefe de Estado, pero sigue estando al debe como jefe de gobierno y, aún más, como jefe de coalición. De hecho, los diputados de su propio partido lo ponen entre la espada y la pared. Primero, arriesgando el proyecto de reforma previsional con ataques desmedidos en contra de la senadora Rincón. Segundo, haciendo declaraciones que van a contrapelo del objetivo fundamental de la política: buscar acuerdos. En consecuencia, es necesario que el Presidente ordene y discipline a los suyos, llamando a construir un gran pacto para los comicios de este año, además de desoír a quienes buscan la polarización en lugar de los consensos.

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