Columna de Mauricio Morales: Matthei versus Kast

Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.

De mantenerse las cosas tal como están, la derecha se encamina a una victoria clara y contundente en los comicios locales de octubre de este año y en las elecciones nacionales de 2025. Por cierto, faltan dos años de gobierno, pero la inercia de la administración del Presidente Boric apunta más a gestionar las sucesivas crisis, que hacer un cambio de timón que rompa con la modorra estructural que hoy presenta.

Su discurso en el funeral del presidente Piñera abrió espacio para otro tipo de relación política con la oposición, pero la respuesta y los ataques que vinieron desde su propia coalición le recordaron al Presidente que toda aproximación de diálogo con la derecha tiene un límite. Incluso, desde su propio partido- Convergencia Social- el respaldo al Presidente fue tibio y tardío, mientras que en el PC ni siquiera la directiva fue capaz de calmar las aguas o, incluso, rechazar categóricamente el calificativo de “negacionista”.

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El Presidente y su equipo más cercano han tenido una tarea doble luego del mencionado discurso. Primero, explicar los alcances de sus palabras a los partidos que componen la coalición. Segundo, bajar las expectativas de la oposición que, en un acto totalmente desproporcionado, pidió discutir en el Congreso los proyectos vinculados a la agenda del expresidente Piñera. En un contexto de esta naturaleza, el único resultado posible es el statu quo. Es decir, que las cosas se mantengan tal como están.

¿A quién beneficia ese statu quo? Generalmente a la oposición. El problema para la derecha chilena es que no hay una sola oposición, sino que dos. Mi hipótesis es que si el país no avanza mediante un acuerdo mínimo entre el gobierno y Chile Vamos en un pacto fiscal y en una reforma previsional, las chances electorales de Republicanos aumentarán ostensiblemente. Las derechas radicales se nutren del conflicto y se debilitan con los consensos. Por tanto, un escenario de parálisis legislativa le viene como anillo al dedo al partido de José Antonio Kast.

Los resultados de la reciente Cadem permiten avanzar en esta discusión. La encuesta muestra, entre otras cosas, que el deceso del expresidente Piñera no alteró el volumen de apoyo hacia José Antonio Kast, quien registró un 19% en la pregunta sobre preferencias presidenciales, siendo superado por solo 3 puntos por Evelyn Matthei. Es más, si se comparan estos resultados con los del mes de enero, Kast subió en 5 puntos y Matthei en 6 puntos. Incluso, cuando se pregunta por quién es el sucesor de Piñera en los votantes de derecha- que son los que realmente importan para medir los apoyos de los candidatos en ese sector político- se registra un sorprendente resultado. El 39% cree que es Matthei y el 33% que es Kast, cifras que están cerca de un empate estadístico. Para el resto de los votantes, la situación es mucho más clara, señalando a Matthei como la sucesora natural del expresidente Piñera.

¿Qué esfuerzos debiese hacer Matthei para apropiarse de las bases sociales del piñerismo? Muy simple. Distinguirse de Kast. Esto pasa por modificar el estilo de oposición que hoy reina en Chile Vamos, más parecido a Republicanos que a una derecha piñerista que busca grandes acuerdos.

 

 

Matthei debe romper el inmovilismo de cinco maneras. Primero, ordenando a su propia coalición, convenciéndolos de que insistir en una política de bloqueo con el gobierno es, sencillamente, hacerle la pega a Kast. Segundo, erigirse como la líder capaz de dialogar con el gobierno y hacer el trabajo pre-legislativo. Si Matthei consigue un acuerdo nacional en materia fiscal y previsional, automáticamente se ganará el cariño de los moderados y el reconocimiento de sus rivales. Tercero, cumplir con una de las expectativas centrales del expresidente Piñera: construir una derecha moderna, lejana de las pulsiones autoritarias y populistas. Cuarto, y tal como dijo Piñera en una de sus últimas entrevistas, dejar de bailar al ritmo de Kast. Quinto, asumir un rol protagónico en las negociaciones de cara a las municipales de octubre.

La decisión más dolorosa, pero adecuada, será declinar su candidatura a la reelección por Providencia, entregándose exclusivamente a la tarea de organizar una coalición disciplinada y capaz de garantizar gobernabilidad. De eso se trata un liderazgo y Matthei tiene las condiciones para ejercerlo.

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