Columna de Mauricio Morales: Tirar y abrazarse
- Por Meganoticias
Por Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, profesor titular, Universidad de Talca-Campus Santiago.
Sería el colmo que la derecha no llegara al poder en las elecciones de 2025. El gobierno ya está entregado, su coalición es feble, la economía se recupera muy lentamente, el Presidente marca 28% según la última Cadem, y los casos de corrupción saltan a cada momento.
En este escenario, sería impensable que la coalición de centro-izquierda ganara las próximas elecciones locales y, mucho menos, la legislativa y presidencial de 2025. De acuerdo a la última encuesta CEP, los liderazgos de derecha están mejor posicionados y la competencia, al igual como lo indica Cadem, sería entre Republicanos y la centro-derecha tradicional.
La mesa está servida, y la única incógnita es si la derecha adoptará una estrategia de fagocitación suicida o si implementará una estrategia racional y coherente.
¿Qué implica esto último? Primero, un diseño electoral para los comicios locales. Si la derecha pretende gobernar Chile, lo mínimo que se le exige es una competencia debidamente organizada. Es decir, presentar un solo candidato a alcalde por comuna dentro de un gran pacto, o aplicar los consabidos pactos por omisión. Segundo, un discurso unitario, sin perjuicio de competir con más de un candidato presidencial. La tradicional antropofagia de la derecha debiese ser superada al menos en esta elección. Tercero, ampliar la base de apoyo. Es inconcebible que el gobierno esté avanzando hacia el centro con la DC y que Chile Vamos se posicione cada vez más hacia la derecha en una competencia inútil con Republicanos. Hay que recordar que los votantes siempre prefieren el original a la copia. En este caso, Republicanos es el original y Chile Vamos la copia. Cuarto, diversificar la oferta. Hasta ahora, Kast y Matthei son las cartas de triunfo, pero lo razonable es incluir a Carter y otras figuras que puedan competir abiertamente en una primaria. La derecha debe sumar y no restar.
¿Qué le queda al gobierno? No hay mucho margen. La reforma tributaria difícilmente verá la luz, y la reforma previsional pende de un hilo. Esto no es menor, pues la siguiente cuenta pública del Presidente Boric tratará más sobre las excusas de por qué no se cumplieron los objetivos que de los avances registrados en el último año de administración. Será una cuenta muy pobre, y la ciudadanía no aceptará como excusa el bloqueo de la derecha o los conflictos internos de la coalición de gobierno. Además, los casos de corrupción están ahogando al gabinete y todo indica que un cambio de elenco le daría cierto respiro.
Sin embargo, la tozudez del Presidente y las presiones internas para mantener el equipo, están configurando la tormenta perfecta para un fracaso estructural. El Socialismo Democrático está cansado de poner la cara ante a cada crisis, y el Frente Amplio genera más problemas que soluciones. Aunque parezca absurdo, el gobierno debe pedir ayuda a la DC. Sí. El mismo partido vilipendiado, insultado y mirado en menos es el único que puede contribuir, al menos por ahora, a producir una mayoría circunstancial en la Cámara. Así sucedió con la elección de Ricardo Cifuentes como presidente de la corporación. El ministro Segpres, Álvaro Elizalde, sabe que los votos DC facilitan algunos logros del gobierno, pero hay claridad en que esto no alcanza, y que la barrera principal está en el Senado.
Para la derecha, es tirar y abrazarse. Desde 2004 que las elecciones de alcaldes favorecen a la oposición y perjudican al gobierno. Los comicios de 2024 no debiesen ser la excepción. La derecha defiende, por ejemplo, solo una gobernación y 87 de las 345 alcaldías. Tiene buenas opciones de recuperar Santiago, Ñuñoa, Viña del Mar, Valparaíso, entre otras.
Ya sabemos que las coaliciones que triunfan en la elección local también lo hacen en la elección nacional. Por tanto, la derecha depende de sí misma. Si entra en una lucha sin cuartel entre Chile Vamos y Republicanos, le entregará un inesperado balón de oxígeno al gobierno. Pero si compite de manera madura, organizada, seria y coherente, no debiese tener problemas para gobernar gran parte de Chile con sus alcaldes y gobernadores regionales, y para enfrentar exitosamente la carrera presidencial de 2025.