"Me tienen de casero": El estremecedor relato de fiscal que ha sido víctima de cuatro encerronas

¿Qué pasó?

El fiscal Sergio Soto Yáñez, jefe de la unidad Análisis Criminal Fiscalía Metropolitana Occidente, entregó su testimonio sobre cómo ha afectado su vida y la de su familia, el haber sido víctima de cuatro encerronas, que lo llevaron incluso a cambiarse de casa.

Fiscal víctima de cuatro encerronas

Los robos de vehículos son parte de la rutina del fiscal Soto, no solamente porque desde el 2016 se ha dedicado a la persecución de estos crímenes, sino que también, porque tanto él como su familia han sido víctimas de cuatro brutales encerronas.

Un ejemplo de su frustración al ser víctima de la delincuencia, se puede apreciar en una publicación que hace un tiempo escribió a través de Twitter: "¡Me tienen de casero! Hoy nuevamente nos intentaron robar el auto, pero bajo otra modalidad. En un momento que detuvimos el auto por el tráfico, 'apuñalaron' un neumático, para que nos detuviéramos y asaltarnos. Por suerte seguimos y el neumático resistió hasta llegar a la casa".

"Te roban la tranquilidad"

En conversación con La Segunda, reveló todos los problemas que le ha traído ser víctima de este tipo de delitos, y los cambios que ha debido realizar para prevenir exponerse (y a su familia) nuevamente a ellos. "Nos han hecho cuatro encerronas... cambiamos todos nuestros hábitos", explicó.

La primera encerrona que sufrió fue en el año 2019, y ocurrió "en la salida de Vespucio hacia la Costanera Norte. Un vehículo adelante del que manejaba mi señora se frenó. Bajaron cuatro sujetos con armas de fuego y la encañonaron. Habíamos hablado que en situaciones como esa lo más sano era entregar el vehículo, pero instintivamente hizo todo lo contrario: chocó al vehículo, logró desplazarlo y arrancó", recordó.

Solamente seis meses más tarde, junto a su señora, volvieron a ser víctimas de un intento de encerrona, en el enlace de Vespucio con la Ruta 68. En aquella ocasión "se bajó un sujeto armado mientras el auto de adelante ponía marcha atrás. Todavía no sé (y ella tampoco) cómo retrocedió el trébol en reversa, giró en U y logró zafar. Fue una situación muy extrema", detalló.

Tras ser consultado por el medio citado sobre si volvería a manejar, afirmó que sí lo haría, explicando que "más allá de si te roban el auto, te roban la tranquilidad. Así que nos mudamos de casa porque cada vez que transitábamos por la zona (su esposa) se acordaba, tenía crisis de angustia, le costaba dormir, ya no estábamos saliendo a ninguna parte".

Cambios de domicilio

Tiempo más tarde, como explicó anteriormente, decidió cambiarse de casa, impulsado principalmente por la angustia que sentía al pasar por ciertos lugares. No obstante, los robos lo siguieron. "Nos fuimos a Huechuraba. Pero en diciembre del año pasado, un jueves, tipo 8 de la tarde, fui a cargar bencina cuando aparecen unos niños en una motocicleta. El más chico no tenía más de 12 años y me empiezan a garabatear, que les entregue el auto y que me van a matar. Cuando se están subiendo al auto, me doy cuenta de que tengo las llaves del auto en el bolsillo del pantalón, así que salí arrancando", dijo.

Tras el hecho anterior, decidió mudarse junto a su familia a Colina, y comenzaron a tomar ciertas precauciones, como modificar los horarios de salida y llegada; cambiar los recorridos para irse por calles más seguras; marcaron las piezas de sus autos; e incluso, les enseñaron a sus hijas de 11 y 9 años cómo reaccionar en caso de un portonazo.

Finalmente, explicó sobre las precauciones que están tomando como familia que "es preventivo. Puede parecer paranoico, pero este ya no es un delito eventual, es común y va en alza. ¿Qué hacer? Lo mismo que con los cajeros automáticos: desincentivar la comisión de delitos".

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