Violencia en el matrimonio: "¿Tú quieres que él te mate delante de tus hijos?"
- Por Reina Pereira
17 años de casada y tres hijos dejó la relación de esta mujer a quien llamaremos Alba, para cuidar su identidad. Durante ese tiempo sufrió maltrato psicológico, físico y sexual. Hoy, que ha superado tanto daño, revela cómo fue su historia con el fin de ayudar a las mujeres que pueden estar sumergidas en este flagelo.
“Me casé muy joven y nunca vi venir esto”
Un año y medio de pololeo duramos mi exesposo y yo antes de contraer matrimonio. Yo jamás creí que él iba a ser así, pero ahora que lo pienso, siempre tuvo actitudes muy violentas con su familia. Trataba muy mal a sus papás, era muy atrevido, pero conmigo no, todo lo contrario. Él me hacía sentir especial, estaba muy pendiente de mí y me consentía. Yo sentía que me quería y me enamoré perdidamente de él. Siempre me decía ‘Eres mi mejor regalo’. Fue a los 22 años que me casé y pensé que sería inmensamente feliz.
Mis tres embarazos: Uno más difícil que el otro
Dos años tardé en quedar embarazada. De hecho, nos hicimos un tratamiento de fertilidad para tener a nuestra primera hija. Yo estaba muy contenta y, hasta ese momento, jamás hubo un golpe ni un maltrato físico. Teníamos algunas peleas como pareja pero ¿quién no pelea en el matrimonio? Nunca le di mayor importancia.
Luego de tanto esperar, sucedió: ¡Estaba embarazada! y yo estaba feliz. Lo malo fue que desde ese momento comenzó mi pesadilla y no lo digo por mis hijos, sino por él. Los maltratos comenzaron.
Cada embarazo fue más difícil que el otro, menos mal no perdí ninguno. Pero sí, me golpeaba mientras estaba embarazada. Cuando esperaba a mi segundo hijo fue mucho peor. Temí por mi bebé, pero aún así seguí a su lado.
Celos laborales
Gracias a Dios siempre me ha ido muy bien a nivel laboral, aunque no tuve ninguna profesión específica, siempre aprendía cosas nuevas y me aceptaban muy rápido en los trabajos. Él no tenía la misma suerte y me decía que se sentía “mediocre”.
Un día, estábamos comiendo en la casa y de repente se puso mal, golpeó fuerte la mesa y me tomó del brazo preguntando ‘¿por qué yo no encuentro pega?’ y me dejó un moretón, soy muy frágil? Ese fue el primer maltrato físico, de ahí, nunca más paró.
Él comenzó a sentirse muy agobiado por el tema de la pega y entonces comenzó a apretarme mucho o darme golpes, patadas, etc? luego se iba 4, 5 horas hasta que llegaba con flores, cualquier cosa, a pedirme perdón por lo que había hecho y yo lo perdonaba.
“Puse 14 denuncias y no obtuve ninguna respuesta”
Una vez estábamos almorzando con sus sobrinos en la casa de sus padres cuando él llegó agitado. Yo me iba a levantar, pero me dijo ‘no me hables’ y me dio un golpe tan fuerte en la cabeza que me corté la lengua. Comencé a sangrar y sus sobrinos le dijeron: ‘cómo se te ocurre’. Fui a la posta y casi me ponen puntos porque la herida era realmente grande.
Se convirtió en uno tras otro, cada día? Me daba muchos golpes en la cabeza, me tiraba al suelo, me agarraba con la niña muy pequeña y nos metía a la ducha y nos golpeaba a las dos. Yo no sabía si estaba bien o mal, yo sentía que me lo merecía, la verdad fue muy desgraciado.
Puse 14 denuncias y nunca me 'pescaron'. La última vez que fui me atendió una sargento, yo estaba con mi hija golpeada y ella me dijo ‘voy hablarte como mujer, ¿Tú quieres que él te mate delante de tus hijos? ¿Hasta cuándo vas a aguantarlo?’ De ahí yo sentí que no podía seguir con esto y tomé la decisión que cambió mi vida completamente.
No es fácil, pero tampoco imposible
Alba se armó de valor y tuvo que dejar a sus hijos en la casa con su expareja para poder alejarse del maltrato. Han pasado casi 15 años desde que esta pesadilla terminó para ella y aún sigue acudiendo a terapias para sanar sus recuerdos. Momentos de gran crueldad y de miedo que aún siguen pasándole factura.
“Hay que estar en los zapatos de uno, él me hacía sentir que yo no valía nada, me bajó mucho el autoestima y no sé de dónde saqué fuerza para salir de todo esto”.
Hoy tiene 55 años de edad, tiene su departamento y tiene una larga experiencia laboral que valora, además de una nueva oportunidad para sonreír.