Venden terreno privado situado en el Ártico: ¿Cuánto cuesta y por qué hay polémica?
- Por AFP
¿Qué pasó?
El último terreno en manos privadas en el archipiélago estratégico de Svalbard en el Ártico está a la venta, una operación que podría atraer a China y a la que las autoridades noruegas se oponen.
A mitad de camino entre Noruega continental y el Polo Norte, Svalbard se encuentra inmerso en una región cuyo valor geopolítico y económico crece a medida que las tensiones entre Rusia y Occidente se agravan y el hielo marino retrocede.
¿Cuánto cuesta?
El terreno de Søre Fagerfjord, en el suroeste del archipiélago, consta de 60 km de llanura y montaña. Lejos de todo, está despojado de infraestructuras pero cuenta con un glaciar y 5 km de costas.
Hoy puede ser adquirido por 300 millones de euros ).
"Es el último terreno privado en Svalbard y, que sepamos, el último terreno privado del mundo en el Gran Norte", afirma el abogado Per Kyllingstad que representa a los vendedores.
"Los chinos son naturalmente compradores potenciales porque muestran un interés real por el Ártico y el Svalbard desde hace mucho tiempo", afirma, asegurando haber recibido "señales de interés concretas" procedentes de ese país.
Desde el Libro Blanco que dedicó en 2018 a la región, signo de la importancia que concede a esta región, China se define como un Estado "cercano al Ártico" y tiene la intención de desempeñar un papel cada vez más importante.
Un tratado de 1920 reconoce la soberanía noruega sobre este territorio, pero también concede a los nacionales de las partes contratantes -entre ellas China- el derecho a explotar los recursos naturales "en pie de igualdad".
Rusia tiene a allí su empresa estatal Trust Arktikugol, que ha explotado y sigue explotando vetas de carbón.
Pero los tiempos cambian y, celosa de su soberanía, Noruega vería con malos ojos que Søre Fagerfjord caiga en manos de un país extranjero.
Menos aún en manos de China, considerada por los servicios de inteligencia noruegos como la principal amenaza extranjera contra el reino después de Rusia.
Valor estratégico, no económico
El fiscal del Estado advirtió a los propietarios -una empresa controlada, según los medios de comunicación locales, por una rusa nacionalizada noruega- que cancelaran el proceso de cesión.
"El terreno no puede venderse sin el acuerdo de las autoridades noruegas", afirma la ministra de Comercio e Industria, Cecilie Myrseth.
"Tampoco es posible iniciar negociaciones sobre la propiedad", añade.
Un argumento que se basa en las cláusulas de un viejo préstamo concedido por el Estado en 1919.
Kyllingstad, por su parte, asegura que hay prescripción.
Noruega posee 99,5% de Svalbard y clasificó la mayor parte del territorio, incluido Søre Fagerfjord, en espacios protegidos en los que están prohibidas las construcciones y los desplazamientos motorizados.
Pero los vendedores no lo ven de la misma manera e invocan el tratado de 1920.
"Todas las partes deben tener los mismos derechos", subraya Kyllingstad, alegando que Noruega construyó viviendas, un aeropuerto e instalaciones portuarias en Longyearbyen, capital del archipiélago.
"Imaginen que Noruega ahora adopte regulaciones que restringen las actividades in-situ, sería la Tercera Guerra Mundial", destaca.
Según Andreas Østhagen, del Instituto de Investigación Fridtjof Nansen, el terreno de Søre Fagerfjord tiene un valor económico "mínimo" y su posible cesión no representa "una enorme amenaza" para Noruega.
Pero "poseer tierra en Svalbard podría tener un valor estratégico en 50 o 100 años", subraya.
La evocación de intereses chinos es, según él, "un trapo rojo para obligar a las autoridades noruegas a reaccionar".
En 2016 el gobierno desembolsó 33,5 millones de euros (36,43 millones de dólares) para comprar, cerca de Longyearbyen, el penúltimo terreno todavía privado en Svalbard que, según se decía, despertaba el interés de inversores chinos.
Esto le valió críticas de quienes consideraban que se había dejado engañar por argumentos que nunca llegaron a corroborar.
En 2018-2019, el Estado también intentó comprar Søre Fagerfjord, pero las negociaciones se estancaron.
Según la ministra Cecilie Myrseth, su puerta sigue abierta si las condiciones son "realistas".
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