La sangrienta y desconocida traición familiar que habría provocado la muerte de Pablo Escobar
- Por Meganoticias
Muchos rumores existen alrededor de la muerte de Pablo Escobar: que se habría suicidado, que lo mataron agentes estadounidenses o que fue víctima de sus más peligrosos enemigos.
Lo cierto es que el poderoso narcotraficante murió el 2 de diciembre de 1993, sobre el tejado de la casa en donde permanecía oculto de las autoridades policiales. La versión oficial indica que fue abatido por Hugo Aguilar, comandante del Bloque de Búsqueda que estaba tras los pasos del colombiano.
Verdad o no, hay una historia poco conocida sobre la muerte del narco: una traición que habría venido desde su propia familia y que fue incitada por los rivales del "Patrón".
"¡Viva Colombia, Pablo Escobar está muerto!"
La versión oficial de su muerte señala que la policía colombiana y estadounidense logró identificar la ubicación de Escobar debido a una extensa llamada telefónica con su familia. Se dice que estuvo aproximadamente cinco minutos al teléfono, tiempo suficiente para que su posición fuera triangulada.
Así fue cómo la policía llegó con todos sus equipos al barrio Los Olivos, en Medellín, e irrumpió en el escondite del colombiano. Primero aniquilaron a Álvaro de Jesús Agudelo, alias "El Limón", y después fueron tras el zar de la cocaína, impactándolo con tres disparos, siendo el último mortal.
Hugo Aguilar, al ver que su disparó provocó el anhelado deceso del narco, tomó su radio walkie-talkie y gritó: "¡Viva Colombia, Pablo Escobar está muerto!". Luego, posó para una fotografía que trascendió los tiempos.
La mortal y desconocida traición que habría sufrido Escobar
La gran mayoría de las versiones de la muerte del "Patrón" coinciden en que la llamada fue clave. Sin embargo, hay una hipótesis digna de una historia de acción y suspenso, que es corroborada por Aura Rocío Restrepo, la mujer que fue amante por 8 años del exenemigo de Escobar, Gilberto Rodríguez Orejuela.
Lo que la reina de belleza relata en su libro "Ya no quiero callar" quita enorme importancia a la llamada telefónica de Pablo, porque sus archirrivales ya sabían dónde estaba escondido. Todo esto gracias a la confesión de Gustavito Gaviria, el hijo del primo y mano derecha de Escobar, Gustavo Gaviria.
La siniestra historia detrás de la confesión de Gustavito
La historia es así: Gilberto era líder del Cartel de Cali junto a su hermano Miguel, Helmer "Pacho" Herrera y José "Chepe" Santacruz. Esta agrupación también traficaba cocaína y eran máximos enemigos del Cartel de Medellín de Escobar.
Se dice que cada uno de los líderes aportó $318.142 dólares (lo que hoy sería más de $9,6 mil millones de pesos chilenos) para financiar a la agrupación "Los Perseguidos por Pablo Escobar", mundialmente mejor conocidos como "Los Pepes".
Esta organización de paramilitares la encabezaban los hermanos Fidel y Carlos Castaño, y Diego Fernando Murillo, alias "Don Berna". Los Castaño fueron socios de Escobar, que luego se apartaron de él cuando se revelaron los planes del grupo para asesinar a un líder de la izquierda.
Además, "Don Berna" quería vengar la muerte de su patrón Fernando Galeano, quien murió precisamente a manos de Pablo Escobar mientras estaba en su cárcel de lujo llamada "La Catedral".
El objetivo de "Los Pepes" era terminar con la vida de todos los aliados del "Patrón" para desbaratar sangrientamente a su cartel. De esa manera, secuestraron a Gustavito tras lograr dar con su paradero.
"Según me dijo Gilberto, el hijo de Gaviria había llegado del exterior días atrás. El ingreso al país fue detectado por agentes de inmigración, que lo reportaron de inmediato. Escobar estaba tan desesperado y aislado que cometió el error de llevar a Gaviria a la casa donde se escondía", cuenta Restrepo en su libro.
Una vez secuestrado por "Los Pepes", Gustavito fue víctima de torturas y maltratos, hasta que finalmente confesó dónde se escondía Pablo. Horas antes de la muerte del capo, su cuerpo fue encontrado baleado.
Al saber el paradero, comienzan a tomar peso las versiones de que Escobar murió en manos de "Los Pepes", que con su poderío armamentístico propiciaron el tiro de gracia desde varios metros.
"No tengo cómo probar nada, pero sí puedo dar fe de lo que mi pareja me contó. Su relato coincide en su totalidad con lo que él les contó a algunos de sus escoltas, que veinte años después hablaron conmigo para este libro", concluyó la autora.
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