Su esposo le arrancó a nariz a mordiscos y hoy lucha contra la violencia de género
- Por Meganoticias
La Red Mariposas de Alas Nuevas Construyendo Futuro forma parte del sueño de Inés, una mujer que desde 1987 aprendió las distintas formas de la violencia en Colombia.
Primero sufrió la muerte de un hijo, luego mataron a su esposo y por miedo a la vida que les esperaba se desplazó con sus otros hijos.
Según registros de Acnur, el 80% de las personas desplazadas en Colombia son mujeres y “al menos el 50% de las mujeres desplazadas ha experimentado la violencia sexual y por motivos de género”.
Un rostro desfigurado
Sin planearlo, la vida la fue llevando hacia la costa del Pacífico, específicamente hasta el puerto de Buenaventura, precisa un informe del diario El Tiempo. La madre de familia empezó vendiendo cocos y trabajando duro en la calle para poder seguir adelante.
Más de una década después conoció a Antonio, un hombre con el que decidió casarse nuevamente, tuvo otros hijos, pero este hombre también era violento. Una paradoja para Inés, quien había pasado casi toda su vida huyendo de los maltratos.
"Esta vez fue todo más duro. Él me golpeaba, experimenté todo tipo de violencia. Me daba muy duro. Yo naturalicé la violencia. Cuando se emborrachaba, me daba unas muendas (golpes) impresionantes. La gente del barrio decía que yo me lo buscaba", recuerda la mujer.
Lo peor sucedió el 26 de diciembre del año 2001. "Antonio se lanzó sobre su cara y le desfiguró el rostro a mordiscos", cita el informe. El ataque derrumbó su autoestima, no quería verse al espejo y se vio obligada a intentar reconstruir su cara con ayuda quirúrgica.
Transformar el dolor
Entretanto, por su mente seguía cultivando la idea de ayudar a otras mujeres como ella. En Buenaventura conoció a muchas víctimas de la violencia y en medio de su tragedia encontró un propósito para enrumbar su vida. Ella es una de las líderes de la Red Mariposas de Alas Nuevas Construyendo Futuro.
No se separó de su pareja, pero sí terminó el maltrato. "Me reconocí. Empecé a transformar a mi pareja. Mi marido cambió. No es fácil, pero hombres y mujeres pueden cumplir acuerdos y tener una sana convivencia”, recordó la mujer que enviudó en 2013 cuando un infarto mató a Antonio.
Ella, como otras líderes de la red, sabe que su vida corre peligro, pero continuará ayudando a otras mujeres, incluso a las migrantes venezolanas que en los últimos años han llegado al país en busca de oportunidades.
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