"Mamá y papá no van a volver": Con solo 4 años Alejandro quedó huérfano tras atentado a vuelo de Avianca

  • Por Reina Pereira

Cerca de las 8:00 de la mañana del lunes 27 de noviembre de 1989, la vida de la familia Ayala Fernández cambió para siempre luego de una llamada telefónica. En el vuelo 203 de Avianca que explotó en mil pedazos tras un atentado perpetrado por el narcotraficante Pablo Emilio Escobar, murieron 110 personas, entre ellas los padres de Alejandro Ayala: Eugenia Fernández Blanco y Fernando Ayala Camacho.

"Mija, se mataron mis hijos", fueron las palabras, en medio de lágrimas, del abuelo de Alejandro, quien se enteró por la radio de la trágica noticia, donde su hija encabezaba la lista de los fallecidos. "Sí, papá, tenemos que ser fuertes y tener mucho valor para darle a mi mamá", respondió Elena Fernández, hermana de Eugenia quien recuerda ese día como "una tragedia espantosa”.

Viaje de negocios que terminó fatal

Eugenia Fernández Blanco ocho días atrás había tenido un sueño extraño en el que un toro con cuernos de acero explotó y expulsó mucha sangre. Esto la agitó muchísimo según relatan en El Tiempo. Ella le contó la pesadilla a su hermana Elena, quien tampoco le prestó demasiada atención. 

Eugenia y Fernando comenzaron a planificar un viaje desde Bogotá a Cali porque ella tenía una cita médica allá y su esposo una reunión de negocios. Era un viaje solo por el día, así que decidieron no llevar a su único hijo Alejandro, quien se quedó con el abuelo materno (él tampoco pudo viajar por un dolor que tenía en uno de sus oídos). 

Llegó el día del viaje, recogieron sus maletas y, antes de salir, Fernando le conectó una radio a su suegro para que escuchara las noticias y no se aburriera. Fue el mismo medio por donde escuchó la trágica noticia del brutal atentado.

Fotos genérica AFP

"Se mataron mis hijos"

La primera en enterarse fue Emilia Fernández, la hermana de Eugenia. Recibió una llamada de su prima Ángela, quien le contó lo que estaba pasando. "El coronel me llamó, me dijo que un vuelo que iba para Cali explotó". "¿Cómo así?, ¡ahí iban mi hermana y el esposo!" respondió en medio del shock que se apoderaba de su cuerpo en ese momento.

Elena se metió a la ducha pidiéndole a Dios que le diera fuerzas para enfrentar esta tragedia familiar por la que pasaba su familia.  Sus padres se morirían de dolor, mientras que Alejandro hijo quedaba huérfano.

Minutos más tarde, llegaron sus papás a la casa y en medio del llanto y la desesperación se abrazaron: "Mija, se mataron mis hijos’". "Sí, papá, tenemos que ser fuertes y tener mucho valor para darle a mi mamá", respondió ella según relata el diario colombiano. 

"Mamá y papá no van a volver"

Cuatro años de edad tenía Alejandro Ayala cuando ocurrió este atentado contra César Gaviria, donde murieron más de 100 personas. Sus padres iban a bordo de este vuelo que dejó en shock a todo un país. 

Muy poco recuerda él sobre ese día que cambió su historia para siempre. Las palabras de su tía no las entendió mucho en ese momento: "Papito... mamá y papá no van a volver porque tuvieron un accidente". Allí, él tomó sus juguetes y los tiró con fuerza al suelo. 

Desde ese momento la hermana de Eugenia, su esposo y tres hijos se hicieron cargo de Alejandro. Él era el nuevo miembro de la familia. Para no hacer grandes cambios para el niño, la familia se fue a vivir durante 1 año a su casa. “Lo hice para que el niño no perdiera todo, porque era perder a su papá, su mamá y su entorno”, comentó Eugenia a El Tiempo

Una nueva familia

Desde ese momento, su tía Elena se hizo cargo de él. Así cumplió la promesa que alguna vez les había hecho a su hermana por si algo “les llegaba a pasar”. Resulta que a Fernando (padre de Alejandro) le daba mucho miedo viajar en avión así que, quince días antes, para un viaje que harían a Argentina, ambos le hicieron un poder notarial a ella para ser la tutora del niño en caso que algo les pasara en ese viaje.

Aunque no fue rumbo a Argentina donde ocurrió la tragedia, fue semanas más tarde que ambos murieron en el aire en viaje a Cali. 

Hoy, a 30 años de este atentado, Alejandro agredece enormemente que su tía se hiciera cargo de él. Aunque no recuerda demasiado a sus padres, sí sabe que lo amaron profundamente porque Elena se ha encargado de contarle.

“Ellos siempre se hicieron cargo de todo. Yo fui muy afortunado de tenerlos a ellos, siempre tuve una familia unida, y con mis hermanos somos muy apegados”, confirmó al diario colombiano.

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