Zimbabwe sin Mugabe sueña por fin con elecciones libres

  • Por Paolo Cordero

Agencia AFP

Violencia, fraudes masivos, expulsión de observadores independientes... En 37 años de reinado autoritario de Robert Mugabe, los electores de Zimbabwe perdieron la costumbre de participar en comicios democráticos. 

Tras la caída de Mugabe en noviembre, algunos zimbabwenses esperan que las elecciones generales del 30 de julio acaben por fin con esa tradición, aunque persisten numerosos obstáculos. 

Emmerson Mnangagwa, el nuevo presidente del país y candidato del partido gobernante Zanu-PF, volvió a prometer el miércoles una votación "libre, honrada y transparente". 

Dos días antes, su Gobierno y la Unión Europea (UE) celebraron con gran pompa el regreso a Zimbabwe de observadores de Bruselas por primera vez desde 2002, cuando el jefe de la misión encargada de supervisar unos comicios fue expulsado del país africano. 

Pero, a pesar de estas señales alentadoras, la oposición zimbabuense desconfía del Ejecutivo tras muchos años de violencia y trampas por parte de la Zanu-PF.

"Se necesita una auditoría independiente de las listas electorales", asegura Douglas, secretario general del Movimiento por el Cambio Democrático (MDC), cuyo presidente Nelson Chamisa será el principal adversario de Mnangagwa. 

"Los partidos deben poder asistir a la impresión de las papeletas, la diáspora debe poder votar, se debe garantizar un acceso equitativo a los medios públicos y es necesario que todo el proceso electoral sea desmilitarizado", añade. 

Para respaldar sus exigencias, el MDC convocó una gran manifestación para el martes 5 de junio en las calles de Harare. 

DESMILITRARIZACIÓN 

En la era de Mugabe, el ejército y la policía llevaron a cabo operaciones de intimidación contra los opositores durante las campañas electorales. 

Las malas artes del partido gobernante alcanzaron su cima en 2008, cuando la represión obligó al jefe histórico del MDC, Morgan Tsvangirai, que había encabezado la primera vuelta de las elecciones, a renunciar a participar en la segunda ronda, dejando así el camino libre para un nuevo mandato de Mugabe. 

Después de provocar la dimisión del veterano dirigente, los militares conservaron toda su influencia en el país. De hecho, Mnangagwa eligió a su jefe de Estado Mayor, Constantino Chiwenga, como vicepresidente. 

El MDC acusa al ejército de no haber cambiado sus costumbres. 

"En cada una de nuestras reuniones en zonas rurales, la gente se queja de la presencia de soldados de paisano que perturban el proceso electoral", afirmó el viernes el portavoz del partido, Tendai Biti. 

La Comisión Electoral (ZEC) reconoció, además, que varios de sus miembros son militares, una revelación que suscita dudas sobre su independencia. 

"Para unas elecciones creíbles, la comisión debe depender del Parlamento, no del ministerio de Justicia" como ocurre actualmente, afirma una oenegé, la Red de Apoyo Electoral de Zimbabue. 

El hecho de que el Tribunal Constitucional vetara esta semana la votación a los electores instalados en el extranjero se ha convertido en otra fuente de preocupación. 

Desde la independencia en 1980, cientos de miles de zimbabuenses abandonaron su país para huir de la represión del régimen de Mugabe. La oposición esperaba conseguir muchos votos entre esa comunidad expatriada. 

 DUDAS SOBRE LOS COMICIOS

"Numerosas leyes no siempre respetan la Constitución de Zimbabue y amenazan las reglas de las elecciones", considera Tawanda Chimhini, del Centro de Recursos Electoral. 

Y aunque el país adoptó el registro biométrico de los electores, los escépticos opinan que no es suficiente. 

"Ahora tenemos una lista biométrica (...) pero la firma de los electores el día de la votación seguirá siendo manual y, por tanto, podrá sufrir las mismas manipulaciones que en 2013", lamenta Piers Pigou, de la ONG International Crisis Group.

"Hay progresos, pero las condiciones siguen sesgadas a favor del Gobierno saliente", gran favorito de las elecciones frente a un MDC debilitado por la muerte de Tsvangirai en febrero.