¿Herpes labial o afta? Así puedes diferenciar ambas molestias bucales

A muchas personas les ha ocurrido que despiertan y al verse al espejo detectan una ampolla en los labios o alrededor de la boca, lo que les hace preguntarse si se trata de un herpes labial o de aftas bucales.

Si bien estos dos padecimientos son comúnmente confundidos, tienen causas y tratamientos distintos, por lo que para poder combatir los síntomas es importante saber cómo identificar cada uno de ellos.

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Herpes labial

El herpes labial es una infección que afecta, con sintomatología o sin ella, a un gran porcentaje de la población mundial, ya que es altamente contagiosa. Es causada por el virus del herpes simple (VHS-1).

En sí, los herpes son acumulaciones de pequeñas ampollas llenas de líquido que aparecen sobre los labios o alrededor de ellos. Por lo general, las llagas desaparecen por sí solas en un par de semanas con ayuda de pastillas o cremas antivirales previamente recetadas por un médico.

 

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Algunas de las formas de contagio son el contacto directo mediante los besos o por compartir utensilios como vajilla y cubiertos o toallas. Esto ocurre más fácilmente cuando hay ampollas que presentan secreción, sin embargo, quienes no tienen la lesión también pueden contagiar el virus.

Desafortunadamente, no tiene cura. Cabe destacar que, al ser una infección viral, también se puede presentar con otros síntomas, tales como:

  • Fiebre
  • Dolor en las encías
  • Dolor de garganta
  • Dolor de cabeza
  • Dolores musculares
  • Ganglios linfáticos inflamados

Aftas

De acuerdo a lo precisado por la Clínica Mayo, las aftas, a diferencia del herpes, no aparecen en la superficie de los labios y no son contagiosas. 

Para reconocerlas debes buscar úlceras redondas u ovaladas, con el centro blanco o amarillento, con el borde rojo. Normalmente, desaparecen solas después de un par de semanas y solo puedes tratar el dolor con productos especializados con anestesia local.

 

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Respecto a las causas, estas se desconocen, pero se han identificado ciertos patrones de eventos desencadenantes, como:

  • Una lesión leve en la boca por un trabajo dental, el cepillado excesivo de los dientes, accidentes deportivos o por morderse accidentalmente la mejilla.
  • Dentífricos y enjuagues bucales que contienen lauril sulfato de sodio.
  • Sensibilidad a algunos alimentos, en especial chocolate, café, frutillas, huevo, frutos secos, queso y alimentos picantes o ácidos.
  • Una dieta con falta de vitamina B-12, zinc, folato (ácido fólico) o hierro.
  • Una respuesta alérgica a determinadas bacterias de la boca.
  • La helicobacter pylori, la misma bacteria que causa las úlceras pépticas.
  • Cambios hormonales durante la menstruación.
  • Estrés emocional.

En el caso de que tengas aftas de manera recurrente o sean muy grandes, el consejo es buscar ayuda con un especialista.

Este artículo está diseñado para informar y no pretende dar consejos o soluciones médicas.

Consulte siempre a su doctor o especialista si tiene dudas sobre su salud o antes de iniciar un tratamiento.

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