¿Qué pasa con nuestro cuerpo y cerebro cuando dormimos?

¿Sabías que durante el sueño el organismo realiza las principales funciones reparadoras del organismo? Así es. De hecho, es la etapa del día donde es posible restaurar la energía y regular el metabolismo, factores esenciales para mantener el cuerpo y la mente saludables. Dormir bien es, por tanto, un hábito que debe estar incluido en la rutina de todos.

El jefe del centro de trastornos del sueño de Clínica Alemana, doctor Leonardo Serra, explica: "Cuando nos dormimos, se produce una reducción global de la actividad del cerebro y, en la medida que se va profundizando el sueño, esta reducción se va haciendo más acentuada".

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Cuando entramos al sueño REM (que es cuando tenemos la actividad onírica y soñamos, por lo que nuestro cerebro se vuelve muy activo), "nuestro cerebro tiene mucho trabajo y se activa una zona especial del tronco del cerebro denominada puente, que lleva a la activación de otras áreas como el tálamo y el circuito límbico con la amígdala, estos últimos encargados de la regulación de emociones; adicionalmente se inhibe profundamente la zona de la corteza prefrontal", explica el especialista.

“Esta parte cerebral es como nuestro 'Pepe grillo', es lo que nos dice qué cosas están bien o mal, inhibe nuestras conductas y evita que nos comportemos de manera inadecuada. Sin embargo, al estar desinhibida, tenemos mucha mayor libertad de pensamiento y hay libertad asociativa mucho más grande, lo que nos ayuda a la resolución de problemas, mejorar la creatividad y por eso es que los sueños tienen este contenido emocional mucho más intenso", enfatiza el doctor.

Respecto a los efectos del sueño insuficiente o de mala calidad, el especialista señala que tiene efectos a corto y a largo plazo: "Evidentemente, una noche de mal sueño va a hacer que estemos cansados, nos puede poner irritables, disminuye nuestra capacidad de rendimiento, afecta nuestro estado anímico, pero cuando esto se empieza a producir de forma más continua, habitual o rutinaria, empieza a producir cambios metabólicos, cambios hormonales y es una señal de alarma para nuestro cuerpo".

Al respecto, el doctor comenta que el hecho de no tener la tranquilidad para dormir es una señal de estrés y esto puede generar, por ejemplo, subida de peso y dificultad para adelgazar, por lo tanto, se asocia a la obesidad, subida de presión arterial, el azúcar y puede producir resistencia a la insulina, llegando incluso a diabetes. Además, se asocia también a cuadros anímicos en los que aumentan los cuadros de estrés.

Soñar para “limpiar” el cuerpo

Dormir no es solo necesario para asegurar un buen descanso y acumular energía para hacer frente a un nuevo día, esto ya que durante la noche el cerebro tiene el tiempo de remover todos los productos tóxicos que se van generando producto del metabolismo diario. 

En esa línea, el especialista señala que "si no tenemos tiempo suficiente de sueño para que se produzca este proceso de remoción de los tóxicos cerebrales o desechos, se empiezan a depositar y se genera un daño acumulativo, por lo tanto, las personas que tienen un sueño de muy mala calidad o que duermen menos de lo que debieran, pueden tener un deterioro cognitivo y envejecimiento cerebral mucho más acelerado respecto a la gente que duerme lo que corresponde (que habitualmente para un adulto son entre 7 a 9 horas)", sentencia el médico.

Sueño y salud emocional

Dentro las funciones restauradoras que tiene el sueño, una de ellas es la regulación de las emociones, y justamente el dormir nos ayuda a procesar las emociones que hemos vivido durante el día y nos ayuda en la resolución de problemas. En esa línea, el especialista señala que “nuestro cerebro compara los problemas que hemos tenido durante el día con problemas que hemos tenido durante el pasado, ensaya distintos escenarios y nos ayuda a buscar soluciones nuevas, más creativas o alternativas para enfrentar eso. Entonces, no tener tiempo de descanso suficiente nos va generando dificultades para enfrentar la vida y eso va aumentando los niveles de angustia y de ansiedad y va desencadenando cuadros anímicos”.

Por otro lado, el especialista resalta la influencia del sueño en la memoria, en la que destaca que se divide en dos etapas. “La primera es la capacidad de atención o de razonamiento, es decir, uno tiene que estar con el cerebro descansado durante el día para tener buenas condiciones de aprendizaje, si no he descansado lo suficiente mi mente va a estar muy volátil, con poca capacidad para concentrarme y poner atención. En segundo lugar, es el descanso posterior, es decir, para poder integrar el aprendizaje, necesito descansar para que la información vaya a los depósitos de memoria a largo plazo, en el hipocampo o las zonas de memoria cerebral”.

Este artículo está diseñado para informar y no pretende dar consejos o soluciones médicas.

Consulte siempre a su doctor o especialista si tiene dudas sobre su salud o antes de iniciar un tratamiento.

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