Pérdida del olfato podría predecir el riesgo de tener alzhéimer, según nueva investigación
Un nuevo estudio, liderado por investigadores de la Universidad de Chicago, concluyó que la pérdida del olfato podría ser un indicador que permite predecir el deterioro cognitivo en diferentes regiones del cerebro asociadas al alzhéimer.
El olfato y el cerebro están directamente relacionados, pues no solo es el órgano encargado de traducir las señales olfatorias, también su conexión permite establecer memorias y enriquece el sistema en su totalidad, gracias a la información general que aporta.
Pero la pérdida de este sentido no solo afecta cómo percibimos los olores, según los resultados de la investigación, ya que también significaría cambios estructurales en el cerebro, específicamente la pérdida de materia gris, en regiones asociadas con la demencia y el alzhéimer.
"Pudimos demostrar que el volumen y la forma de la materia gris en las áreas olfativas y asociadas a la memoria del cerebro de las personas, con un rápido declive de su sentido del olfato, eran más pequeños en comparación con las personas que tenían un declive olfativo menos grave", explicó en un comunicado el Dr. Jayant Pinto, autor de la publicación y profesor de la Universidad de Chicago.
¿Cuáles son las regiones dañadas?
La disminución de masa cerebral se detectó en la región de la memoria, específicamente en la amígdala y la corteza entorrinal, que funciona como una especie de puente que lleva información desde y hacia el hipocampo.
Estas dos estructuras, la corteza entorrinal y el hipocampo, son una de las principales afectadas por la destrucción de neuronas en las personas con alzhéimer. Una vez que el daño neurológico comienza en esta región, los pacientes manifiestan los problemas de memoria tan característicos de la enfermedad.
Según este nuevo estudio, las posibilidades de que una persona desarrolle alzhéimer son las mismas entre quienes pierden el olfato que con aquellos que cargan el gen APOE-e4, conocido como un factor de riesgo para ser diagnosticado con la enfermedad.
Si bien, este trabajo no permite establecer una cura, sí podría ayudar a predecir tempranamente a los pacientes con la enfermedad neurodegenerativa.
"Si pudiéramos identificar tempranamente a las personas de 40, 50 y 60 años que tienen mayor riesgo, podríamos tener potencialmente suficiente información para inscribirlas en ensayos clínicos y desarrollar mejores medicamentos", explicó la autora principal y estudiante de medicina de la casa de estudios, Rachel Pacyna.
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