Error garrafal: Esta es la razón por la que no debes congelar las copas o vasos para la cerveza

Sabido es que cuando el calor agobia, beber una cerveza bien fría es bastante placentero. Una de las técnicas que emplean los amantes de este popular brebaje para mantener su temperatura, es guardar el vaso o copa en la que se van a servir en el congelador.

Aunque es frecuente servirla de esta manera, sobre todo en verano, expertos aseguran que no es recomendable, ya que afecta de forma negativa a las propiedades de la cerveza. 

Según consigna el portal Esquire, si eres de los que les gusta beber cerveza desde un recipiente congelado, la sugerencia es que utilices este método solo con variedades Pilsen, que son las que menos van a sufrir las consecuencias.

Lo cierto, es que hay más de una razón por la cual no deberías ni pedir ni servirte tu cerveza de esta manera. A continuación, te detallamos cuatro motivos por los que no es lo más adecuado:

La espuma se viene abajo

Cuando la bebemos desde un vaso helado, la espuma se ve alterada. El principal inconveniente es que al entrar en contacto con el hielo, la tradicional y necesaria crema cambiará de textura y durará menos.

De acuerdo a lo consignado por El País, lo ideal es que la espuma mida dos o tres centímetros y permanezca hasta que se acabe la cerveza. Su función es proteger a la bebida del oxígeno, tal como si protegiera una sandía recién cortada para que no se deteriore. 

Se pondrá aguada 

La baja temperatura hará que se forme una capa de escarcha, que al entrar en contacto con la cerveza, se irá derritiendo y convirtiéndose en agua rápidamente. Eso definitivamente afectará la consistencia y sabor de la bebida.

Condiciona el sabor

Cualquier recipiente que se coloque en el congelador, pese a que esté limpio, va a adquirir el aroma que desprendan otros alimentos que estén a su alrededor. Y es que comúnmente es ahí donde se guarda una gran variedad de comidas, como la carne y el pescado, que necesitan del frío para no degradarse. 

Aunque no lo notemos, los olores de estos alimentos, que pueden pasar días en el congelador, se traspasan a los recipientes y alteran las propiedades de una bebida como la cerveza. 

Se pierden los matices de la cerveza

Esto sucede principalmente con las cervezas de más graduación alcohólica. Por lo general, cuantos más grados de alcohol, menos fría debería beberse la cerveza, ya que al estar tan helada no se podrán percibir los matices de la cerveza, tanto en el paladar como en olfato a través de su aroma.

Lo más aconsejable es beberse la cerveza a los mismos grados Celsius que grados de alcohol tenga. Es decir, una cerveza con 7° se debería beber a una temperatura de 7°.

Una forma de conseguir un efecto similar, pero con mejores resultados que meter la copa en el congelador, es enjuagar el vaso con agua fría, justo antes de beber la cerveza. Así, no habrá riesgos de que adquiera olores y aromas indeseados.

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